Valientes

«Dejadme la esperanza» cantaba Miguel Hernández en Canción Última. Este debe ser el grito en la que ahora llamamos «La España vacía«. Una España de valientes que han decidido seguir pese a la adversidad y que han hecho del arraigo su ancla a la tierra.

Por suerte, en los medios se está dando visibilidad a un tema vital como es la despoblación del mundo rural en nuestro país. Digo vital porque lo que produce el campo se consume en la ciudad, algo que parecen olvidar las Administraciones. Desde hace ya mucho tiempo percibimos el avance de la despoblación, sin embargo hasta que el problema no se ha convertido en algo llamativo, por el hecho de que aumentan los pueblos vacíos, pocos se habían molestado en dar voz a aquellos a los que nadie quiere oír.

Ahora que ya no hay marcha atrás, ahora que los pueblos se mueren, cuando empieza a ser demasiado tarde, es cuando decidimos empezar a hacer congresos, encuentros, artículos y estudios sobre la crisis en el mundo rural. Nunca es tarde, pero la herida es profunda.

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Sarnago (Soria). Fotografía: Histórica Cultura.

Por otra parte, es muy fácil juzgar y mostrar puntos de vista desde la ciudad, con nuestras infraestructuras básicas, centros de salud, escuelas, cines, museos… pero eso no es realista. Para tomar conciencia realmente hay que ver y vivir lo que los pobladores rurales sienten y piensan. Hay que buscar soluciones, pero no solo desde el núcleo urbano en las sillas de las universidades, sino en los pueblos, con sus moradores. Sin ellos no hay alternativa.

Yo tengo mi propia teoría, tan inválida como la de muchos otros, de por qué está sucediendo todo esto y de qué es consecuencia. Creo que se acrecienta a partir de los años 70, con la  pura inmersión en el sistema capitalista imperante en Occidente, consecuencia de la política de polos de desarrollo, y por el ansia de cambio e inmersión a una «sociedad más urbana y avanzada». Puede que sea una tontería como otra cualquiera, pero en los momentos de mayor crisis humanitaria de nuestro país, el autoconsumo fue el salvoconducto de muchas poblaciones. En muchas zonas el cultivo de huerta y el ganado permitieron la supervivencia de muchas familias, ya bien entrado el siglo XX. Posteriormente esto se convertiría en símbolo de pobreza y atraso.

Por otro lado, hay una idea vigente e impuesta no sé muy desde donde, de que las gentes de los pueblos son paletas, conservadoras y machistas. Podríamos poner varios ejemplos de esa pervivencia en el mundo rural, pero también hay muchos otros que muestran lo contrario, pues como en la ciudad hay de todo, y casi siempre fruto de la educación.

Pero estas divagaciones son lo de menos, lo realmente importante es preguntar a los habitantes de los pueblos qué piensan de este problema y cómo creen que se puede solucionar. La verdad es que suelen ser muy pesimistas. Yo solo puedo poner el ejemplo de mi pueblo (comarca de Babia en León) puesto que lo he hablado en varias ocasiones con sus aborígenes. Estas son sus conclusiones: «el problema no es tanto atraer población, sino que no se vayan», ese es el principal pensamiento tras la pregunta que se hacen cada día: ¿por qué la gente huye?.

Saben que se van por la falta de trabajo, a lo que sabiamente responden «si vinieran a los pueblos no se pasaría hambre, aquí hay tierra para cultivar y tener animales». He visto los campos verdes, ahora solo veo el abandono por parte de sus propietarios. ¿ Qué estamos perdiendo además de población?, si el campo provee a la ciudad ¿de dónde salen los suministros? sabemos la respuesta aunque no nos guste: agricultura y ganadería intensivas, deforestación, importaciones, insostenibilidad al fin y al cabo.

También están muy decepcionados. En España tenemos la costumbre de ir al pueblo a veranear, pero  los núcleos rurales nunca podrán vivir solo del verano. Con razón, uno de los habitantes de Villasecino (Léon) dice que «es muy fácil venir al pueblo en verano, los hijos se han vuelto muy cómodos y para nada se molestan en calentar las casas en invierno, esquivar la nieve o huir del entretenimiento urbano para evitar el frío».

A la pregunta ¿qué opináis del turismo rural? responden que a ellos eso «no les influye para nada». «Los turistas traen la compra de las tiendas de la ciudad, apenas prueban la gastronomía local y no conocen a sus gentes». Hacen senderismo y demás, pero no se impregnan de sus valores. Toman un café en el bar y se vuelven a la casa como si nos les importase realmente donde están. Es totalmente entendible que cuando se les presentan soluciones ligadas al turismo sean escépticos.

Además está el lado más «económico». Hay quién dice y yo lo creo, que no interesa para nada que se siga viviendo en los pueblos, pues allí no hay tanta necesidad de consumo, no precisan pasar los sábados en el centro comercial ni comprar tantos productos innecesarios. El consumismo atroz no tiene cabida en estos espacios.

Creo que  hay soluciones ligadas a la Cultura. Entendiendo ésta como la síntesis de valores, tradiciones, patrimonio y paisaje (natural y de transformación humana). Pero no podemos establecer el antídoto sin contar con los principales afectados, aquellos valientes que deciden luchar y quedarse en la tierra que los vio nacer, a costa de perder calidad de vida en lo referente a servicios básicos (una simple carretera) y humanos, pues la soledad es el peor castigo para aquellos que realmente merecen un premio.

Por supuesto que la Administración pública tiene la máxima obligación a la hora de evitar la despoblación facilitando carreteras, escuelas, centros culturales y de salud, acceso a internet etc. pero todos, absolutamente todos los españoles somos los responsables de la desaparición del mundo rural al desechar los valores que de allí provienen y de los que venimos todos.

Los cobardes somos los que huimos del «mundanal silencio» para adentrarnos en una vida más fácil que nos hace olvidar lo que realmente somos.

A todos los valientes que permanecen en nuestros pueblos pese a la adversidad.

Pintada, no vacía:

pintada está mi casa

del color de las grandes

pasiones y desgracias.

(Miguel Hernández)

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Lucha por la Memoria

      Cuando comencé con la investigación en Memoria Histórica sentí una ilusión indescriptible porque me di cuenta de que podía devolver la dignidad a aquellas personas a las que les fue arrebatada.

         Los primeros días, cuando intentaba buscar a la familia de Bernabé para que se pudieran trasladar sus restos al que había sido su pueblo, no imaginaba que fuera a indagar en el pasado de mi propia familia. Ahora no sé por qué no lo hice antes.

        Trabajar a contracorriente es muy difícil pero también fuerza a uno a ser más persistente y a no rendirse, pues la memoria no es algo que deba dejarse en el cajón de proyectos inacabados. Digo a contracorriente porque la legislación vigente en este país no permite, es más, dificulta, la investigación histórica referente a la Guerra Civil y el Franquismo. La documentación que ha sobrevivido a esta etapa se almacena en unos archivos escasos de personal que no dan abasto para estudiarlos y atender las peticiones de los usuarios.

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Ruinas del antiguo pueblo de Lagüelles (León). Fotografía: Historicacultura

      Hacer este tipo de trabajo también supone chocar frontalmente con unas ideas premeditadamente innatas a la mayoría de la población, que resentida por el miedo pasado y presente, prefiere el olvido y el silencio. La Historia sin Memoria queda incompleta y supone un trabajo de titanes conseguir la colaboración de familiares o vecinos. Una puede indagar en los documentos, pero sin colaboración no puede conocer a la persona que fue. No puedo devolver la Memoria si se fuerza al olvido.

         Pero no todo está perdido, y ahí reside el valor principal de aquellos que dedican su tiempo al pasado, a un pasado que es presente porque pide justicia. Hay esperanza en cada consulta hecha a un Archivo en el que responden con amabilidad y empatía,  en instituciones como el servicio que ofrece el Gobierno Vasco “Paz y convivencia. Memoria Histórica”, o en cada publicación que realizan los historiadores sabiendo que su campo de trabajo todavía está aflorando y que muchas veces es rechazado por aquellos a los que va dirigido, los ciudadanos.

           Ya no hay vuelta atrás, solo queda mirar al futuro y luchar por la memoria de aquellos que lo hicieron antes que nosotros.

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Cuando la Libertad es el mejor regalo solo se puede escribir con mayúsculas.

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Navegando entre Literatura. Viajes al pasado.

         Los libros no son solo hojas almacenadas en estanterías, son historias que una vez leídas permanecen en nuestra memoria. Incluso para los amantes de la Literatura, aquellos libros que no hemos leído nos transmiten serenidad cada vez que los miramos, pues sabemos que grandes aventuras nos esperan tras sus páginas. Es una sensación que solo comprendemos aquellos que nos emocionamos al ver una gran librería o al entrar en una biblioteca.

         Las lecturas que os presento en esta ocasión son muy especiales para mi, pues algunas ocupan un lugar destacado en mi biblioteca.

Las legiones malditas (Santiago Posteguillo):

        Se trata de la segunda parte de la trilogía de Escipión «Africanus». Continuando el relato y su fidelidad histórica sin olvidar que se trata de novela, Santiago Posteguillo consigue atraparnos en la historia de uno de los mejores generales de la República Romana.

         Nos ayuda para la comprensión todo el contexto sociopolítico de la Historia Antigua de Roma que realiza, así como la introducción de personajes no tan secundarios como el literato Plauto.

     En este segundo capítulo llegamos a uno de los sucesos más importantes de las Guerras Púnicas, la batalla de Zama. Es curioso porque el autor consigue lo que los historiadores siempre deberíamos tener en cuenta: no posicionarnos nunca y mirar la Historia desde la distancia, siempre de manera objetiva. Digo esto porque el lector parece decantarse por Escipión y Anibal a la vez, algo que podría resultar antagónico y que es muestra a su vez de máximo respeto a ambos personajes.

       Siempre aconsejo leer a Santiago Posteguillo porque realiza una difusión de la Historia que muchos historiadores no hacen, pues es necesario valorarla y acercarla a todos los públicos.

Aquí viven leones (Fernando Savater y Sara Torres):

     En mi opinión, Fernando Savater es uno de los mejores difusores de la Filosofía en nuestro país. Lo supe desde que en el instituto leí «Ética para Amador». Consigue acercar a todos los públicos esta ciencia tan necesaria y tristemente olvidada en la actualidad. Sin embargo, este libro es distinto a los demás que he podido leer. En este caso se trata de un libro de «viaje a las guaridas de los grandes escritores» como se indica en la portada.

     Junto a su mujer viaja a los espacios donde los grandes escritores que mencionan realizaron sus vidas y sus obras maestras. No se trata de una recopilación biográfica de grandes autores, sino un punto de vista diferente en el que se destaca el medio humano y geográfico que los rodeó, así como algunas impresiones personales.

    Cada capítulo habla de un autor y en ellos se incluyen mapas y fotografías. Todos los episodios del libro son estupendos, pero sí me gustaría destacar los referidos a Valle Inclán, Flaubert, Poe, Shakespeare y Leopardi, quizá por una predilección personal 😉

      Es maravilloso el respeto y la admiración que ambos autores sienten hacía los grandes escritores, algo que creo será común en todos sus lectores, que recibimos sus libros con entusiasmo. Al finalizar cada capítulo lo que más le apetece a una es leer la obra de cada autor y planificar varios viajes 🙂

Donde las Hurdes se llaman Cabrera (Ramón Carnicer):

       Libro editado en 1964 con un precioso prólogo de Julio Llamazares en la nueva reedición que se hizo en 2012:

«En estos tiempos de literatura efímera, de novelas de usar y tirar como si fueran periódicos o envoltorios, de relatos de entretenimiento sin más objetivo que este, recuperar un texto que conmocionó en su día a toda una sociedad lectora como lo hicieran otros aparecidos  también en la misma época (…) es una muestra de valentía editorial (…) que los lectores de siempre agradecemos infinitamente» (Julio Llamazares).

Y así es…

     Gracias a un gran amigo que conoce mis valores y gustos literarios, me acerqué a la obra de Ramón Carnicer. Éste realizó un viaje a La Cabrera (León) en 1962 y escribió sus experiencias y valoraciones en esta obra maestra de los libros de viajes. Si bien es cierto, yo la encuadraría a su vez como un estudio etnográfico de esta comarca leonesa.

      El relato se fundamenta en una descripción de los pueblos y caminos que recorre, así como de sus gentes y modos de vida. Lo acompaña de valoraciones personales y congruencias, siempre con un rico lenguaje completo con jerga popular que nos hace adentrarnos completamente en el mundo rural leones hacia 1960.

       Aquellos amantes de la gran Literatura, la Historia, Etnología y los viajes no deben dejar de leer estar obra de Ramón Carnicer. Con él damos cada uno de sus pasos, recapacitamos sobre la dureza del modo de vida de las gentes del mundo rural, en este caso de la Cabrera, valoramos los aspectos realmente importantes de la vida y respetamos la Memoria más que nunca.

      Por último, aconsejo, para quienes lean la reedición de 2012, que lean la «Advertencia» que hace el autor en 1985, al finalizar el libro. Entonces no dejarán de recapacitar.

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Fotografías originales del autor para su libro «Donde las Hurdes se llaman Cabrera». Fotografía: diariodeleon.es

 

Los caminos del Esla (Juan Pedro Aparicio y José María Merino):

      Nadie mejor que Sabino Ordás en el prólogo para describir esta gran obra enmarcada dentro de los libros de viajes:

«Es este libro de viajes un periplo sencillo y maravilloso a la vez, a través del tiempo: del León anterior a si mismo al León actual, lo que vale lo mismo que decir del Astura al Esla, de Asturia a León» (Sabino Ordás, 1979).

      El mismo gran amigo (¡Gracias!), leonés, me acercó a este libro que viajes. Los autores recorren  el Esla (Astura) desde sus fuentes en León hasta su desembocadura en el río Duero, ya en la provincia de Zamora. Como el recorrido es muy extenso, su viaje se prolonga durante varios días en los que siguen al principal río de la provincia de León y gran proveedor de agua del Duero.

     Mediante capítulos cortos, estructurados por comarcas, pueblos o hitos del camino, nos muestran los lugares que visitan, cómo es el patrimonio rural o las penosas condiciones en que se encuentra, como es el modo de vida de sus gentes y como se posicionan en temas político-regionales o económicos como son la implantación de centrales o basureros nucleares, la construcción de embalses y la transformación de la economía del sector primario en que se asientan los pueblos de la provincia.

  A su vez, los escritores nos muestran sus pareceres y opiniones sobre lo que ven, realzando los valores del mundo rural. Comparto sus conclusiones por muy duras que sean 😦

  Se trata de una forma preciosa de acercase a la provincia de León y descubrir su esencia siguiendo al histórico río Astura o Esla.

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Montaje fotográfico realizado por Historicacultura. Arriba: actual embalse de Riañi. Abajo el antiguo pueblo de Riaño (hoy bajo el embalse) que muestran los autores en «Los Caminos del Esla».

 

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Diario de un 14 de abril

Era una mañana soleada y había salido a recorrer los montes cercanos junto a sus amigos. Tenía 17 años y lo único por lo que tenía que preocuparse era por aprender el oficio que le habían asignado, pasar buenos ratos con los amigos y esperar a que una chica se fijara en él. Realmente el asunto de los noviazgos todavía no le preocupaban demasiado, varios chicos del pueblo ya andaban con muchachas, pero él prefería centrarse en otros asuntos que no le llevasen tantos quebraderos de cabeza como el amor.

Se hacía la hora de comer y entre el hambre y el imaginarse las voces de sus madres a pleno pulmón desde la ventana, les hacía bajar corriendo las pendientes, algo que no les disgustaba demasiado. Las carreras por los caminos siempre eran divertidas.

Ya estaban esperando a la mesa su padre, recién llegado del trabajo en el campo, y sus hermanos pequeños. Terminado el postre, una riquísima tarta hecha con miga de pan y todo el cariño de una madre, llegó su hermano mayor porque ya había terminado su jornal. En ese momento Leo se dio cuenta de que ese no iba a ser un día cualquiera.

Su hermano mayor llegó emocionado, a penas podía hablar y respiraba agitadamente. Todos pensaron que algo malo pasaba, que no traía buenas noticias. Emilio siempre llegaba con las novedades a casa, el oficio de panadero le permitía llegar antes a los cuchicheos. Tras unos minutos cogiendo aire y regulando su respiración al fin anunció: ¡la República! ¡la República! ¡Ya ha llegado la República! 

Todos le miraban con expectación. Leo no sabía de que estaba hablando, su padre miraba el suelo con el ceño fruncido mientras a su madre se le caían los cubiertos que estaba recogiendo de la mesa. – ¡La República! ¿es qué no lo entendéis? todavía no es seguro, pero llegan noticias de que en algunas zonas del norte ya se ha proclamado ¡la República!– continuaba explicando Emilio.  -Dicen que con los votos de las grandes ciudades se ha tumbado a la monarquía, Alfonsito ya tiene que estar pensado que barco coger-, esta vez hablaba sonriendo sin parar.

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Proclamación de la II República. Fotografía: publico.es

Nadie decía nada. Leo sabía que su hermano siempre estaba hablando de temas raros, que si la democracia, que si más libertad, que ya era hora de que cambiase este país… a él todo eso le sonaba a chino, pues en un pequeño pueblo de la montaña leonesa parecía que esos temas carecían de interés.

A su madre no le gustaban mucho los trajines que Emilio se traía con sus amigos, algunos del pueblo y otros de los alrededores. Esas reuniones, los problemas que tenía con muchos alcaldes, viajar cada día para encontrarse con más chicos críticos como él; todo hacía que para su madre aquella proclamación fuese incómoda. Los cambios no eran buenos, mejor dejarlo todo como estaba. Carolina tenía miedo. El amor de una madre es superior a cualquier otro pero también el miedo por los hijos, lo que hizo que no pudiera evitar echarse a llorar por el temor a lo que pudiera pasar.

Nadie decía nada. Los hermanos callaban, el padre miraba al suelo, la madre lloraba. Entonces Emilio abrazó a su madre y le dijo: – esto que acabo de anunciaros es una gran noticia, por fin llega el progreso a este país, a partir de ahora todo nos va a ir mucho mejor. Carolina asintió y le sirvió un plato de sopa.

El centro de todas las miradas era su hermano mayor y Leo no sabía muy bien porque. Si, había traído nuevas noticias, pero ¿qué significaban?. Emilio para él siempre había sido un referente, así que se limitó a mirarle indicando que si él decía que aquellas novedades iban a ser buenas, entonces él confiaba. Sus pensamientos recibieron respuesta: – no os preocupéis, os lo explicaré con detalle. A partir de hoy todo va a cambiar, pero tenéis que estar contentos.

Fueron cinco años de leves cambios. Su hermano tenía razón, el progreso se palpaba incluso en su pequeño pueblo: llegaban nuevos maestros, se compraron libros para las biblioteca de las escuelas, el trabajo no faltaba, aunque en los pueblos vecinos de las cuencas mineras el ambiente era más agitado.

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Maestra y alumnas. Fotografía: elpais.com

Aprendía de política y a pensar por si mismo, a hacerse preguntas y a saber que dudar era lo correcto. Las mujeres podían votar y se sentían aires de independencia, las muchachas del pueblo sabían que lo importante ya no era encontrar marido.

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Mujeres en la manifestación por la proclamación de la II República. Fotografía: salvatierra-agurain.es

En enero de 1935, recién cumplidos los 21 años, los quintos fueron a buscar a Leo para acudir juntos a la mili. No estaba muy preocupado, pues su hermano le había dicho que todo iría bien, solo tendría que estar unos años, haría grandes amigos, serviría a la República y pronto volvería al pueblo hecho todo un hombre.

Jamás regresó.

 

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Navegando entre Literatura. Entre historias y paisajes.

«El paisaje es memoria. Más allá de sus límites, el paisaje sostiene las huellas del pasado, reconstruye recuerdos, proyecta en las miradas las sombras de otro tiempo que sólo existe ya como reflejo de sí mismo en la memoria del viajero o del que, simplemente, sigue fiel a ese paisaje».   Julio Llamazares, El río del olvido.

Hacía ya tiempo que no escribía sobre mis últimas lecturas. Como siempre alterno antiguas y nuevas publicaciones, pues la Literatura no entiende de tiempos, es eterna. Es curioso, pero me he aficionado a la Literatura de viajes, ¡quién me lo iba a decir!, sin olvidarme de la novela como no podía ser de otro modo.

El río del olvido. Julio Llamazares.

Se trata de un libro de viajes en el que el autor, ya conocido por todos 🙂 , relata su experiencia recorriendo el río de su infancia, el Curueño (León). Es una reflexión sobre el paisaje, los recuerdos, el modo de vida tradicional, un «estudio sociológico» sobre las gentes del lugar, y el goce de conocer sus raíces.

Julio Llamazares realiza el viaje solo, en contacto con la naturaleza, la cultura y la singularidad de sus gentes, que le muestran la historia de los pueblos por los que va pasando siguiendo el curso del río.

Esta vez la narración se realiza en tercera persona, refiriéndose en todo momento al «viajero».  La descripción es inmejorable y hace que el lector pueda visualizar desde la lectura los paisaje que va detallando el autor ¡una maravilla!.

No solo recomiendo la lectura de «El río del olvido» sino que también aconsejo visitar todos los pueblos de los que con tanta pasión habla Julio Llamazares.

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                    Rio Curueño en Pardesivil. Fotografía: http://www.mancomunidadcurueno.com/

Atlas de la España imaginaria. Julio Llamazares.

En este libro se recopilan los textos y las fotografías que se publicaron en el Magazine de La Vanguardia. Merecen una mención especial las ilustraciones y las fotografías que acompañan a la narración.

En el imaginario español existen lugares que han llegado hasta nosotros a través de dichos y frases hechas («Estás en Babia», «Por los cerros de Úbeda» etc) que muchas veces no se sabe de donde vienen, si de la Literatura, la leyenda o la costumbre. De eso se encarga Julio Llamazares, de explicarnos no solo el origen de la expresión, sino también y sobre todo de relatarnos como son esos lugares realmente, sus gentes, sus tierras. Con su estilo personal describe Fuente Obejuna, Pinto y Valdemoro, Jauja, Insula Barataria y las narraciones que personalmente más me han gustado, Babia, Las Batuecas y los cerros de Úbeda.

Aún queda sol en las bardas (apuntes para pensar Castilla). Avelino Hernández.

Así describe el historiador Julio Valdeón al autor: «Para quienes lo conocen sobran todas las palabras de presentación. A los otros habrá que decirles que Avelino Hernández es, ante todo, un castellano de pura cepa (soriano, para más señas) que ama apasionadamente a su tierra y que lucha denodadamente por su recuperación, poniendo al servicio de esta empresa su talento, que es mucho, y su pluma, brillante e incisiva« (Prólogo de Julio Valdeón para «Aún queda sol en las bardas», 1983).
Y nadie podría decirlo mejor.

Lo primero que pensé cuando conocí la obra de Avelino Hernández fue ¿cómo he podido tardar tanto en conocer a este maravilloso autor? y peor aún, siendo de Soria ¿Por qué no lo había leído hasta ahora? Debo decir que lo conocí a raíz de leer a Julio Llamazares, quién siempre encuentra un hueco para recordarlo.

Fiel defensor, pero también crítico con  su tierra, en «Aún queda sol en las bardas» nos contagia su entusiasmo por sacar Castilla y León de la desidia, el olvido, la rutina y la pobredumbre cultural en la que se ha visto inmersa en los últimos tiempos. Pero deja claro que con quejarse no vale, hay que buscar soluciones… y él tiene esperanza.

«Un serio reto, pues, para quienes se ocupan de hacer Castilla royendo el hueso de levantar en ella un sólido soporte intelectual y cultural» (Avelino Hernández).

Este libro se editó en 1983 a raíz de la formulación del Estatuto de Autonomía de Castilla y León. Es una gozada leer las descripciones, historias y reflexiones de Avelino Hernandez con un vocabulario exquisito en el que se potencia la lengua castellana; en el que se proyecta su entusiasmo  y admiración por estas tierras . ¡Qué mejor manera para entender la Historia que leer los testimonios de primera mano! y ¡qué triste comprobar que nada ha cambiado». Treinta y tres años después esta región sigue siendo sinónimo de olvido, dejadez y pobredumbre.

Gracias Avelino por contagiar tus valores y esperanzas, magnífico legado.

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Avelino Hernandez. Fotografía: avelinohernandez.com

 

 

Enlaces de interés:

Mancomunidad del Curueño 

El río del olvido.com

Avelino Hernández

Artículos:

http://www.elcultural.com/noticias/letras/Atlas-de-la-Espana-imaginaria/8602

http://verne.elpais.com/verne/2016/01/05/articulo/1452012014_529185.html

http://www.heraldodesoria.es/noticias/soria-magacin/2016/01/08/rimpego-reedita-donde-vieja-castilla-acaba-del-soriano-avelino-hernandez-697214-1551024.html

 

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Mujeres de batalla

Con motivo del Día Internacional de la Mujer suelo escribir un pequeño artículo para conmemorar la lucha de las mujeres por la igualdad. Este año lo vuelvo a hacer por esa necesidad que todavía hoy tenemos más de la mitad de los seres humanos en el afán de recuperar un lugar equitativo en el mundo.

Generalmente se atribuyen al hombre y a la masculinidad valores como la fuerza, la honradez, el honor y la valentía. Curiosamente toda categorización cultural a lo largo de la Historia ha sido definida por los varones en su pugna por el poder y el predominio social, dejando a la mujer relegada al ámbito de la dependencia y la debilidad.

En este sentido, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer pude disfrutar de una maravillosa conferencia ofrecida por la profesora Ana García Arrroyo Madre India: una celebración del principio femenino«) en el que explicaba y realzaba los valores de la feminidad, aquellos que deberían predominar en el ser humano como la equidad, la empatía, el respeto o la tolerancia.

Al contrario de lo que históricamente se ha entendido como fuerza y valentía, en mi opinión ligada a la «fuerza bruta», característica de lo masculino, comprobamos cada día que la verdadera resistencia y valentía es la que muestran las mujeres yendo a contracorriente de las imposiciones tradicionales a través, por ejemplo, de esa «polivalencia femenina» a la que nos vemos obligadas.

A lo largo de la Historia ha habido, y hay, numerosas mujeres guerreras, luchadoras, sin miedo a caminar en contra de lo establecido, convencidas del cambio necesario para la Igualdad, exponente al fin y al cabo de la moral acorde a la humanidad.La fortaleza realmente representa la defensa de unos valores necesarios y comunes a todos los seres humanos. Por eso este post quiere conmemorar a todas aquellas mujeres  que lucharon por un mundo mejor, también en el campo de batalla.

Gerda Taro:

Considerada la primera mujer fotoperiodista. Formó parte de grupos socialistas y obreros. Viajó a España a cubrir la Guerra Civil, donde perdió la vida. (más información en «Fotografías de mujer«).

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Gerda Taro. Fotografía: eldiario.es

Lucía Sanchez Saornil:

Poeta española. Comprometida con la militancia libertaria y el anarcofeminismo. Cortados de raíz los progresos de la II República, ya terminada la Guerra Civil conoce el exilio. Regresa hacia 1941, por el temor a ser deportada a un campo de concentración nazi, para vivir en una España sin libertad.

Que el pasado se hunda en la nada

¡Qué nos importa el ayer! Queremos escribir de nuevo

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Himno de Mujeres Libres, Lucía Sánchez Saornil .

Tina Modotti:

Fotógrafa, activista y luchadora social en varios países como España y México. Colaboradora del Partido Comunista, durante la Guerra Civil viajó a España, ingresó en las Brigadas Internacionales y en el Socorro Rojo (institución creada para ayudar a los prisioneros de guerra).

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Tina Modotti. Fotografía:  modotti.com

 

 

A todas las Mujeres de batalla, las de ayer y las de hoy ¡Gracias!

Apuntes bibliográficos y enlaces de interés:

Lucía Sánchez Saornil; una vida y una obra alternativas a la sociedad de su tiempo

Poetas del Novecientos : entre el Modernismo y la Vanguardia

La quietud fascinada de Edward Weston y Tina Modotti

Modotti.com

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El camino al olvido… Soria

La N122 es una carretera que comunica Aragón, Castilla y León y Portugal. Su recorrido sigue la linea del Duero, de ahí que la autovía paralela que hay construida en algunos tramos se denomine Autovía del Duero. Esta carretera comunica Soria con Zaragoza y Valladolid sin tener una vía alternativa por la que circular… ¡ay amigos/as, es Soria! y Soria no tiene autovías (esas carreteras que hacen que la circulación sea más segura, no solo más rápida), salvo un tramo que enlaza con Madrid (y es reciente).

Si, estamos en el siglo XXI, o eso dicen, pero en España hay provincias que no solo son desconocidas sino que están olvidadas. El olvido ha sido impuesto en la provincia soriana por las administraciones (autonómicas y estatales) al negarle infraestructuras básicas que permitan a esta región comunicarse con el resto de territorios españoles.

Hay quién justifica que en Soria no haya autovías porque tiene poca población… y ¡menos que va a tener si la siguen ahogando!. Si, somos pocos ¿y qué? ¿A caso no somos ciudadanos españoles como el resto? ¿A caso no pagamos impuestos para que a penas haya variado su situación desde los años 70? ¿No tenemos derecho a la seguridad? ¿No podemos exportar nuestro Patrimonio y riqueza porque nadie se atreve a circular por nuestras vías de acceso?

Son las doce de la noche y acabamos de llegar a casa tras haber sufrido un percance en la carretera N122. Por suerte, todo ha ido bien. Nada grave.

Unos 30 km más adelante simultáneamente había un accidente en el que se vieron involucrados seis coches por el salto a la carretera y atropello de un jabalí. Esta vez el asunto era más grave (y demasiado común..).

¡Vaya! una carretera nacional, con operación salida, circulación de camiones, que comunica tres capitales de provincia… ¿no se podía haber evitado? Creo que todos los sorianos/as tenemos derecho a volver a casa, la que nos obligaron a abandonar por la ausencia de un futuro robado, sin jugarnos la vida.

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Creo que tenemos derecho a dar a conocer una provincia maravillosa sin que amigos, familiares o turistas tengan pánico de circular por nuestras carreteras, o que muchos decidan ni intentarlo. Claro, no merece la pena jugarse la vida atravesando unas vías tercermundistas de una provincia olvidada.

Tengo que dar las gracias a todas las personas que se vieron involucradas en el percance por ser tan buenas, y a aquellos que nos ayudaron a volver a casa; el trayecto en taxi también demostró que la vida es maravillosa por las personas que te encuentras en ella.

No daré las gracias a la Junta de Castilla y León o al ministerio de Fomento, ni a ningún otro… no daré las gracias nunca a la administración de un país que no solo olvida un territorio, sino que, aún peor, olvida a las personas.

Quizá mucha gente no se sienta identificada con estos sentimientos (ya no se lleva el espíritu critico ni la empatía), aún así lucharé por los derechos básicos, que deben ser iguales para todos los españoles, no más para unos que para otros. Derechos como la convivencia que a los sorianos nos niegan por impedirnos un acceso seguro a través de las infraestructuras de comunicación. O derechos como la difusión de nuestra cultura, o ver reinvertidos en la provincia todos los esfuerzos fiscales para el general del Estado.

Soria está sumida en el olvido, y de ahí es muy difícil salir. Somos seres humanos y como tal tenemos los mismos derechos. Me gusta ir a mi casa, ver a mis amigos/as, disfrutar del Patrimonio y la naturaleza, pasear o disfrutar de lo mejor que te da la vida, las personas. Creo que tengo derecho a volver a casa sin jugarme la vida en una carretera que ya no es del siglo XXI ni de la España que otros conocen.

Y tú ¿Conoces Soria? no la dejes morir.

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Ermita de San Saturio, Soria. Fotografía Historicacultura.com

#Soriaolvidada

#carreterasdignasparaSoria

#autovíasparaSoriaYA

 

 

Enlaces de interés:

SoriaYa

Soria ni te la imaginas

Desde Soria

Soria noticias

 

 

 

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A ti, Ramona. Memoria.

“Todo lo que hacemos y por supuesto, todo lo que vive nuestro cuerpo, se sostiene, entiende y justifica sobre el fondo irrenunciable de lo que hemos sido. Ser es, esencialmente, ser memoria (Emilio Lledó)

Ramona nació en Ciria, un pequeño pueblo de la provincia de Soria, a finales del siglo XIX. Se casó y se trasladó a Jubera, una villa soriana situada en el Valle del Jalón. De este matrimonio tuvo a un hijo, Isidro, pero las circunstancias desembocaron en el fallecimiento de su marido, quedándose viuda con un niño pequeño. Sin embargo se pudo volver a casar en la villa y de este matrimonio tendría 4 hijos, 3 de ellos fallecieron siendo niños. Una vida muy dura ¿verdad?

Hasta los años 30 del siglo XX la vida de Ramona parecía transcurrir con normalidad, con su marido Valentín y sus dos hijos era la corriente en una familia de labradores, de tranquila cotidianidad en el espacio rural.

Llegado abril de 1931 la alegría por la proclamación de la II República se sentía en las calles de pueblos y ciudades que celebraban la apertura democrática y el progreso en España. También los hijos de Ramona, Isidro y Bernabé, eran partícipes de este cambio, afiliados ambos a la CNT.

Proclamación de la II República. Fotografía: http://www.farodevigo.es/

Libertad, Progreso, Educación, Cultura, Democracia… valores que se evaporaron el 18 de julio de 1936. El paso de la Guerra Civil por Castilla y León fue rápida, especialmente por el este y centro de la Comunidad  (ya que en León, por ejemplo, perduraría algo más en el tiempo). Las principales ciudades pronto cayeron ante el «bando nacional» y Soria no sería una excepción.

Casualmente, el hecho más destacado de la Guerra Civil en la provincia de Soria ocurrió en Arcos de Jalón, localidad muy cercana a Jubera en el que se vería implicada la familia de Ramona, directa o indirectamente. Isidro y probablemente Bernabé,  puede que intentasen ofrecer resistencia a los sublevados en esta zona.

Intento ponerme en la piel de Ramona, que tras haber perdido a tres hijos, a finales de 1936 pierde a los dos que le quedaban. Isidro y Bernabé intentaron huir pero fueron detenidos hacia 1938. «Juzgados» en tribunales sumarísimos como era costumbre, les condenaron a distintas penas de prisión.

Bernabé pasó por varias cárceles y campos de concentración hasta que murió de hambre y frío en marzo de 1940, con 27 años, en el penal de Valdenoceda (Burgos). Así conocí la historia de Ramona, a raíz de conocer la muerte de Bernabé.

Mi iniciación en la investigación en Memoria Histórica comenzó con mi labor de voluntariado para la Agrupación de Familias de Valdenoceda, que después de haber llevado a cabo la exhumación, trata de encontrar a las familias de los que allí murieron para identificar sus restos y darles un final digno, en un acto, sin duda, de valentía y defensa de los derechos humanos.

Indagué y descubrí una historia que me dejó conmocionada, y es que una vez que empiezas a investigar ya no puedes abandonarlo. Espero poder publicar un artículo en el que contaré toda lo acontecido a esta familia y su entorno, por supuesto desde el rigor histórico.

Encontré a la «familia» de Bernabé, descendientes no directos, con la ayuda de buenísimas personas de su pueblo. Sin embargo, no podrá volver a su pueblo natal junto a sus padres y sus hermanos, enterrado ya en una fosa común.

Ramona murió en 1939, dicen que de enfermedad, pero yo creo que murió de pena. Antes de conocer el fallecimiento de su hijo menor y el paradero del mayor, murió de pena.

Hay quien no quiere reconocer la Memoria, hay quien la politiza… ¡pura ignorancia y poca moral! Quizá no pueda devolverle el hijo a una madre, pero puedo devolverle la Memoria. A ti, Ramona, a tu familia, a todos los que lucharon por la libertad. La Historia y la Memoria harán que no quedéis en el olvido. Por la dignidad.

A ti, Ramona. Memoria.

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El Valle del Silencio

Hacía ya mucho tiempo que quería visitar el Valle del Silencio, había visto fotografías y oído hablar del lugar. Como me encanta la provincia de León sabía que en la primera oportunidad que tuviera, visitaría este Valle. Casi siempre me asombro al ver paisajes y elementos culturales relacionados con la Historia, el Arte y la Etnología, pero cuando llegué al Valle del Silencio las sensaciones se multiplicaron y la emoción se apoderó de mi persona… tanta belleza…

Para ponernos en situación, el Valle del Silencio se sitúa en la comarca de El Bierzo, provincia de León, en el interior de los montes Aquilanos y forma parte de la cuenca del río Oza. Para acceder al valle primero pasamos por Ponferrada, donde ya nos indicaba la dirección. Es curioso, porque está a pocos km de la ciudad, sin embargo cuando nos vamos adentrando en la naturaleza parece que estamos a millas de distancia. La carretera es estrecha y sinuosa.

El paisaje es impresionante desde la primera curva, y según se va subiendo y adentrando en el «bosque» podemos ver como se cierra la montaña poco a poco, como la frondosa vegetación hace que no percibamos donde empiezan o acaban los montes.

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Valle del Silencio. Fotografía: Historicacultura.com

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Valle del Silencio. Fotografía: Historicacultura.com

Como a penas estuve un día por la zona no pude visitar todos los pueblos que están en el Valle, muchos de ellos abandonados, pero si los más representativos: Montes de Valdueza y Peñalba de Santiago.

MONTES DE VALDUEZA:

Situado en la parte superior del valle, lo primero que vemos cuando llegamos al pueblo es el Monasterio de San Pedro de Montes. Expresa muy bien lo que yo sentí al llegar el escritor Enrique Gil y Carrasco: «… la sensación que produjo en nosotros el monasterio con su aldea (…) es de aquellas que tarda mucho en borrar la mano del tiempo».

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Vista del monasterio de San Pedro de Montes desde el pueblo. Fotografía: Historicacultura.com

El monasterio está en ruinas en su mayor parte, lo cual produce una tristeza que se contrapone a esa extraña sensación de belleza de las ruinas. Fue fundado por San Fructuoso a mediados del siglo VII. Tras su abandono en el siglo IX, un monje llamado San Genadio junto a doce compañeros reconstruyeron el monasterio, que estaría en activo hasta la Desamortización en el siglo XVIII.  Tras el abandono, las estancias de tan bonito conjunto patrimonial se convirtieron en cuadras para los animales, almacén etc. a lo que hay que sumar un incendio, terminaron por hacer de este monasterio unas ruinas.

Es muy curioso porque es un conjunto arquitectónico muy «ecléctico», conserva elementos prerrománicos, románicos del siglo XIII como el claustro, del siglo XVII en la iglesia… es un popurrí de fases y periodos artísticos que hacen que la Historia se sienta en cada uno de nuestros pasos.

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Claustro del siglo XIII. San Pedro de Montes. Montes de Valdueza. Fotografía: Historicacultura.com

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Iglesia del monasterio de San Pedro de Montes. Fotografía: Historicacultura.com

Desde luego lo que más llama la atención son los materiales de construcción, al igual que en la arquitectura vernácula, utilizaron la pizarra para construir paredes, arcos y tejados.

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Arco hecho con pizarra. Monasterio de San Pedro de Montes. Fotografía: Historicacultura.com

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Ruinas del monasterio de San Pedro de Montes. Fotografía: Historicacultura.com

La conservación del monasterio deja mucho que desear, y es necesaria una intervención urgente.

El pueblo de Montes es pequeño y muy acogedor, en él a penas hay vecinos. Situado en la ladera de la montaña parece oculto entre la frondosidad. De calles estrechas conserva el entramado urbano y la arquitectura tradicional, de la que hablaré más adelante.

También pertenece a este núcleo rural la ermita de Santa Cruz, que fue expoliada, como gran parte del patrimonio de estas zonas, ya que lamentablemente no se ha empezado a valorar hasta hace a penas unos años.

Sin duda, un lugar precioso.

PEÑALBA DE SANTIAGO:

Dejamos atrás Montes y seguimos el río Oza mientras subimos los Aquilanos hasta llegar a Peñalba de Santiago, en el otro lado del valle. La llegada a este pueblo es colosal para los amantes del patrimonio rural, o para cualquier persona que aprecie la belleza de un entorno ¡Es precioso! Se dice que es uno de los pueblos más bonitos de España…y ¡no hay duda!

De nuevo pude experimentar muchas sensaciones, por lo bello del lugar y del paisaje que lo rodea, por la tranquilidad y porque parece que podía retrotraerme a otro tiempo… ¡estaba rodeada de Historia!

Lo más llamativo del lugar es su arquitectura tradicional: construcciones hechas con pizarra (sin pulir en las paredes.) y madera. Uno de los elementos más característicos es «la solana» o «corredor». Todo el pueblo está muy bien conservado, casas y calles, y se ve más movimiento pues hay dos restaurantes y alguna casa rural.

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Peñalba de Santiago. Fotografía: Historicacultura.com

Sin duda, es una pena que estos pueblos vayan perdiendo población por el peligro de abandono, como otros de su alrededor. Desde hace algún tiempo se intenta revitalizar el territorio, no solo del Valle del Silencio, sino también de la comarca del Bierzo, a través del reclamo de su cultura, patrimonio, historia y naturaleza. 

A nivel histórico-artístico destaca la iglesia de Santiago. Está considerada una de las mejores edificaciones conservadas del arte mozárabe.  Su fundador fue San Genadio a principios del siglo X. Como en la mayor parte de este valle, la existencia de monasterios favoreció el asentamiento de pobladores. 

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Interior de la iglesia de Santiago. Fotografía: Historicacultura.com

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Iglesia de Santiago. Peñalba de Santiago. Declarada Monumento Nacional en 1931. Fotografía: Historicacultura.com

También es muy importante visitar la cueva de San Genadio, donde fue a retirarse este monje tras ser obispo de Astorga. El camino se puede hacer muy bien, son unos 3 km que rodean las laderas de las montañas ¡el paisaje es espectacular! No se escucha nada… solo el Silencio, el arroyo que pasa por allí. Solo la naturaleza y uno mismo.

«Lo que no podemos callar (sin desayre del Silencio) son las cuebas de su nombre, fabricadas por el brazo Omnipotente, junto al nacimiento del expresado rio, al margen occidental, donde se levantan unas peñas altísimas y escarpadas, que en sí mismas franquean las mencionadas cuebas del Silencio» (Padre Florez, 1762).

Desde la cueva se puede ver el pueblo de Peñalba oculto en la frondosidad.

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Arroyo del Silencio. Valle del Silencio. Fotografía: Historicacultura.com

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Peñalba de Santigo desde la Cueva de San Genadio. Fotografía: Historicacultura.com

Todavía estoy asimilando tanta belleza… ojalá pudiera expresar mejor con palabras o con fotografía lo que ví y lo que sentí… pero creo que la única manera posible es experimentarlo por uno mismo. El Valle del Silencio es uno de los lugares que más me ha impresionado y aconsejo a todo el mundo visitarlo y disfrutar del precioso entorno que lo rodea.

Apoyo bibliográfico: «Por las montañas de Valdueza» PUENTE, Ricardo.

Enlaces de interés:  http://destinocastillayleon.es/index/el-valle-del-silencio-en-leon/

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Estar en Babia

Se dice que en la Edad Media los reyes de León pasaban largas estancias por estas tierras, disfrutando de la caza o la pesca y de la placentera sensación de estar alejados de la cotidianidad de la Corte. Para ellos era un lugar para el descanso y la evasión, por eso, hay quién dice que de ahí viene el dicho «Estar en Babia«.

Todos entendemos que «estar en Babia» es pensar en un lugar idílico para evadirnos de una realidad que no nos gusta, aparentar ausencia ante una situación incómoda o simplemente transportarnos a otro sitio con la imaginación. Si conoces Babia, todo esto es más fácil.

Cuando hablo de «mi pueblo» me refiero a Truebano, un pequeño núcleo rural situado en la Comarca de Babia, en la provincia de León.  La componen unos 14 pueblos pertenecientes a dos ayuntamientos, Cabrillanes y San Emiliano. Enmarcada en la parte occidental de la Cordillera Cantábrica, desde 2004 está declarada Reserva de la Biosfera, por lo que ya imaginareis las maravillas de la naturaleza que tiene este precioso entorno. Para más detalles, podéis consultar la página web de la Asociación Estas en Babia, que hace una gran labor y ofrece información variada.

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Truebano de Babia. León. Fotografía: Historicacultura.com

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Truebano de Babia. León. Fotografía: Historicacultura.com

«Estar en Babia» es estar en un espacio Natural privilegiado, para entenderlo mejor os animo a visitar la Casa del Parque de Babia y Luna, en Riolago, situada en el palacio de Quiñones. Aula de interpretación de la naturaleza y la etnografía de la zona. Allí aprendí cosas tan curiosas como de donde viene la nana «cinco lobitos tiene la loba, cinco lobitos detrás de la escoba…», la «escoba» es la planta también llamada «piorno» detrás de la cual se escondían los lobos. Esto quizá ya lo sabíais, pero a mi me resultó muy curioso 🙂

Este no es un post común en el que hablo de turismo cultural, pues me gustaría mostraros mi percepción personal de Babia, una comarca que también me ha visto crecer.

Desde que era muy pequeña iba con mis padres y mi hermana «al pueblo», aprovechábamos la época estival, los puentes o las vacaciones del curso escolar. Tanto en invierno como en verano (es una zona preciosa en cualquier epoca del año 🙂 ) nada más subirme al coche estaba deseando llegar a la provincia de León para poder ver las altas montañas rocosas características del paisaje, la ilusión me duraba todo el trayecto (y el camino desde Soria es largo…largo…). En cuanto veía a lo lejos las montañas ya sabía que nos aproximábamos al embalse de los Barrios de Luna, entonces, aunque todavía era muy niña, desde que supe que debajo del pantano había pueblos sumergidos no dejaba de pensar cómo serían, o qué pasaría con sus gentes…»Distintas formas de mirar el agua»… 😉

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Embalse de Los Barrios de Luna. León. Fotografía: Historicacultura.com

Cuando llegábamos al pueblo saludábamos a los vecinos, y como casi siempre, compartíamos los días con la familia, todo eran besos, abrazos (mi abuela siempre nos da fuertes besos y abrazos, por si queremos escaparnos supongo 😉 )  y alegría. Ya estábamos en Babia.

En seguida, con mis primas planeábamos nuestras salidas para jugar con los demás niños y niñas. De hecho, es muy curioso porque «la casa del pueblo», la de mis abuelos, es una vivienda centenaria, sigue el tipo de construcción tradicional (paredes de piedra, tejado de pizarra, divida en dos instancias: la inferior para el ganado y la bodega; la superior destinada a las habitaciones y espacios comunes de la casa) y no tiene timbre, de manera que si algún vecino nos llamaba tenía que hacerlo a voces.

Entonces el pueblo tenía mucha vida. Recuerdo cuando mi abuela traía la leche de las vacas del pueblo, entonces la leche era de verdad y se compraba a una vecina (es una zona ganadera principalmente). Todavía puedo saborear las tostadas de nata, o el olor de la leche al calentarse. Hoy, aunque todo ha cambiado mucho, el progreso dicen, todavía puedo sentir ese olor cuando me levanto por las mañanas. También recuerdo que había conejos, y que los gallos nos despertaban al amanecer, ese si que era un buen despertador. Todo allí era alegría, estaba con mi familia en un lugar de ensueño, el paraíso natural lo llamo yo.

La infancia es maravillosa: jugar, reír, a veces llorar (uno se puede hacer rasguños de vez en cuando 😉 ) y compartir. En Babía es uno de los lugares donde aprendí a compartir, y supe lo gratificante que es. En una casa en la que convivíamos toda la familia (por suerte somos una familia muy amplia y a todos nos gusta ir al pueblo 😉 ) había que compartir cada día la cama (qué divertido cuando dormíamos todas las primas juntas), la mesa, la ropa… el tiempo.

Cuando recuerdo mi infancia no puedo evitar sonreír. No había fronteras para la imaginación, incluso hacíamos jarrones con los «enamorados», jugábamos a  las «comiditas» con las plantas, inventábamos juegos, o simplemente subíamos al monte más cercano. En la ciudad el juego también era muy divertido, pero el pueblo era diferente. Y ¡qué alegría ver a los amigos!, aunque notásemos más el paso del tiempo ya que nos veíamos poco, a la hora de jugar, nada había cambiado.

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Truebano de Babia. León. Fotografía: Historicacultura.com

Ahora, «de mayor», me sigue encantado visitar Babia y lo hago siempre que puedo para estar con mi abuela, charlar con los lugareños, encontrarme con la naturaleza, la Historia… compartir del tiempo…

Con una mirada adulta, puedo apreciar la particularidad del entorno. La riqueza natural de la comarca es evidente, pero aunque más desconocida, este rincón de la provincia de León guarda una Historia y una Etnología únicas.

Me gustaría ver de nuevo estos pueblos llenos de vida, poner en valor toda la riqueza que esconden, fomentar el desarrollo sostenible que tan ligado va a los Espacios Naturales. En conclusión, mostrar la Cultura que hay en Babia junto a las actividades primarias características del lugar. Ojalá algún día pueda mostrar todo lo que veo, todo lo que siento en lo referente al Patrimonio rural.

Para que estar en Babia, sea por siempre «estar en Babia» y que el supuesto progreso no lo impida porque, a veces, la evolución es retroceso. Se deben mantener las especificidades de los entornos, valorarlos y protegerlos.

Espero que todos los pueblos sigan teniendo vida.

Si queréis Estar en Babia… ¡ya sabéis donde está! Naturaleza, Historia, Cultura, Gastronomía… bienvenidos al paraíso.

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Vista desde Villasecino. Babia, León. Fotografía: Historicacultura.com

Para más información podéis consultar el antiguo post «Recuerdos del Reino Astur-Leonés»   🙂

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