En uno de los viajes que he realizado por Andalucía visité las ciudades de Córdoba y Granada, lugares con encanto y con un aroma especial a Al-Andalus.
CÓRDOBA:
Es una ciudad pequeña y muy acogedora. Solo estuve un día, así que, aunque la visita fue muy intensa no pude verlo todo. La parte histórica se sitúa en el centro urbano, junto al río Guadalquivir. En cuanto llegas al casco histórico puedes sentir que caminas por la Historia, ya que en esta ciudad podemos sentir el paso de las culturas árabe, judía y cristiana paseando por sus calles. (http://www.turismodecordoba.org) Los lugares que visité fueron:
La judería:
Declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1994 (como enclave histórico que rodea a la mezquita). Se trata de un enclave que se mantiene fiel en su morfología urbana, respetando de este modo el trazado irregular de las calles, así como su estrechez. Puedo decir que es la judería que más me ha gustado de todas las que conozco, ya que no solo son sus calles estrechas, sino su color, los patios cordobeses, las tiendas de artesanía, el aroma floral y sus indicaciones haciendo mención a los antiguos inquilinos que allí vivieron, la hacen especial. Es como si nos retrotrajésemos al medievo, ya que la judería estuvo ocupada de los siglos X al XV. Se trata de un lugar por el que pasear y también por el que comer ¡os aconsejo que comáis por la zona de la judería! los hosteleros son muy agradables y aunque es una zona muy turística y por lo tanto los restaurantes suelen estar llenos (sobre todo los festivos) merece la pena esperar y probar los flamenquitos y el pisto cordobés ¡riquísimo!.
La mezquita-catedral:
Declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1984. Es uno de los monumentos hispano-musulmanes más importantes (Abderraman I, siglo VIII-Carlos V, siglo XVI) y es la tercera mezquita más grande del mundo. (http://www.mezquitadecordoba.org) Cuando entré en este majestoso lugar la primera impresión fue muy sorprendente, ya que nunca había visto una mezquita, y me quedé impactada por la mezcla de los grandes espacios «diáfanos» con decoración sencilla pero a la vez suntuosa, arcos y columnas decorados de forma sencilla y completa al mismo tiempo. Precioso.
Uno puede pasear por los amplios espacios de la mezquita y sentirse en el siglo VIII, recordar a Abderramán II o a Almanzor (s.X) o imaginarse los sucesos allí acaecidos durante la reconquista. Pero, sin duda, lo que más impresiona es ver una catedral cristiana en medio de tan grandiosa mezquita. Además, es una catedral de grandes dimensiones con una capilla preciosa que intenta hacer competencia a un arte musulmán tan brillante como el que podemos ver en este espacio. Por lo tanto, podemos disfrutar de dos artes maravillosos y contrastar siglos de historia a través de sus muros.
Por lo que se refiere a la gestión del monumento, me parece buena. Los horarios son adecuados y aunque el precio puede parecer alto (unos 8 euros), merece la pena ¡sin dudarlo!
Fotografía: Histórica Cultura